domingo, julio 14, 2013

De las pesetas y otras mandangas

Desde que se me ocurrió escribir sobre este tema hace muchos meses están cambiando tanto las cosas,  a peor como todos comprobamos,que me temo que cuando decida terminarlo la situación pueda ser inenarrable. Nos puede suceder de todo: que nos echen de la moneda europea esa, que nos intervengan los del Norte, que nos vendan como esclavos en pública subasta o cualquier otra barrabasada que se les ocurra a nuestros deudores en total connivencia con nuestros preclaros hombres-gaviota ¿ o tendría que decir carroñeros directamente ?.
Pero la clave del futuro se la oí el otro día a un amigo cuando hablaba de abaratar el despido. Piensa que cualquier día, previa publicación de un decreto-ley se institucionalizará la figura del  " los hombres de negro " que se presenten en el centro de trabajo y, pistola en mano, liquiden a los trabajadores que el patrono considera que no necesita. Y eso sí, los cadáveres, que los retiren sus compañeros para que vayan aprendiendo.









A estas alturas de la vida uno se levanta y deambula con la sensación de que, para la sociedad en la que habita o el estado bajo el que sobrevive, llámalo como quieras, siempre ha sido un limón inagotable al que hubiese que sacarle hasta las últimas gotas de su jugo, como si cada noche me acostase como una cáscara seca y exprimida para regenerar nuevo zumo durante el sueño, al que volver a exprimir durante el nuevo día. Pero, a la vista de las circunstancias actuales, parece que hasta la cáscara nos vayan a quitar.
Desde que comencé a trabajar, haciendo más horas que un mono " pelao " de la mañana a la noche, día sí y día también currándome las guardias, muchos fines de semana de tres días y todas las noches del mundo a cambio de un sueldo de aprendiz, que para eso me estaba formando y debía de sentirme agradecido, las cosas eran así. Como médico de guardia en la clínica atendiendo a lo accidentados que después veías que facturaba otro que había atendido al paciente por teléfono desde su casa, para embolsarse después su minuta y la que en teoría me correspondía por ayudarle.
Más tarde nos embarcamos en la compra de la casa, allá por el 82, al módico interés que nos concedió graciosamente la caja de ahorros, eso sí, después de muchas vueltas, pues para la inmensa mayoría de los bancos no éramos lo suficientemente solventes. O rentables. El crédito era solo a un 18 por ciento, eso no es nada, total otras cuantas horas extras más y se llega a final de mes. Claro que por algo la caja se llamaba la CACCO ¿ querría decir algo ?.





Pero seguíamos currando de un sitio al otro, todo el día en danza y Alfonso renovando año tras año su contrato de eterna formación, a la benevolencia del diputado de turno, atentos a que cada trimestre caía el recibo de la caja al que era imprescindible hacer frente para evitar la tragedia..
Acabas de pagar la casa, por fin libre. Mierda, que te crees tu eso. Hay que hacer reformas en la vivienda y eso cuesta dinero, mucho dinero. Nuevo atraco a mano armada por la CACCO, total es fácil, solo hay que hipotecar la vivienda para poder pagar su arreglo. Y ahora solo es al 16 por ciento de interés, no hay por qué quejarse. Y bien contento porque te lo conceden. Papeleo sin fin, el notario que de nuevo espera con el trabuco en la mano. De allí  vas al despacho de un señor que se llama corredor de fincas o algo así. El crédito está concedido pero para que sea válido, falta su firma. Firma que se acompaña de nueva sangría. Llegas al despacho y te espeta " oye tu, firma aquí " mientras estás colocado de pié ante su mesa. Pero sacas una montblanc del bolsillo y automáticamente te manda sentar y te trata de usted. ¿ Sera gilipollas el susodicho ?. Pero sigue la rueda, además es algo voluntario. Y el limón que sigue siendo exprimido de nuevo, aunque ahora la situación parece que ha mejorado, pero cada mañana te levantas con la misma sensación de ser una cáscara vacía.



Seguimos currando, menos mal que a Alfonso al fin lo han hecho fijo y le han puesto un salario decente, aunque horas sigue haciendo todas las del mundo, jornadas eternas y más fines de semana. Total, para que librarlos si no puedes ir por ahí.  Pero cada vez se respira mejor, aunque el exprimidor no cesa de funcionar. Hacienda no te olvida año tras año y lo mismo la fiscalidad de la comunidad y que decir del ayuntamiento al que pertenecíamos del que solo recibíamos carga tras carga sin ningún beneficio a cambio con la excusa de que nuestra vivienda no estaba en el casco urbano.
Sigues trabajando todo el día, pero como te queda un poco de honestidad pides que no te apliquen la dedicación exclusiva porque haces eso tan conocido del pluriempleo, mientras ves que los compañeros que te rodean también hacen lo mismo. Lo mismo en el pluriempleo porque ellos sí cobran la dedicación exclusiva y cada final de mes te das cuenta de que, a igualdad de funciones, ellos cobran el doble que tu de la función pública....y también se embolsan lo del privado. Pero a ti a honesto no te gana nadie. Y ahora me entero que, por aquellas fechas, nuestro Presidente, entonces Ministro de algo, se embolsaba dinero de modo fraudulento que le llevaban a su despacho dentro de una caja de habanos. Gilipollas total me siento.



Cambiamos de ciudad y hay que solucionar el tema de la vivienda. Esa es otra. Vender y comprar. Menos mal que pillamos justo el tiempo en que las cosas comenzaban a complicarse. Pero te cobran por vender, te asaltan por comprar el municipio, la Comunidad y el Estado. Todos tienen que sacarte las unturas de la casa que te ha costado tantos sudores vender y de la que intentas comprar, porque eso que llaman plusvalía es para ellos, todo lo que tu has sudado se queda en el olvido.hora, al final de los tiempos, cuando se acerca el final de la vida laboral, no sabes por donde saldrán los tiros ni que cojones acabaremos cobrando. Pero ya no te sientes exprimido, también te sientes inmensamente estafado, el acuerdo tácito que ha regido toda tu vida de trabajar y cotizar a cambio de una calma económica al final de tu vida se ha volatilizado, lo han dinamitado y tienes la sensación de que todo vale para ellos, de que nada se respeta para ti. Pierdes parte de la nómina, no pasa nada. Te dan otro bocado en el sueldo, no pasa nada. La extra se esfuma, no pasa nada. Hay que hacer más horas porque te estás tocando la marimba, pero no pasa nada. Y encima no eres solidario, has vivido por encima de tus posibilidades, has gastado mucho, lo ahorrado no sirve para nada. Nada sirve y menos que nada, la palabra.




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