sábado, octubre 06, 2012

Iñaki y Victor

Iñaki se siente cansado, se da cuenta que luchar contra la niebla no tiene sentido y que poco a poco nota como esta va engullendo su cabeza, como sus ideas se diluyen en el algodón del olvido y lo que hasta hace unas horas tenía nombre ahora se ha convertido en algo desconocido para él. Es jodido sentirse así, ya no es solo los dolores que le atenazan, saber que su cuerpo tiene partes porque estas, todas, le duelen, esforzarse cada mañana por saltar de la cama y cejar en el empeño esperando hasta que oye la voz alegre de Victor que abre la puerta de su habitación y le dice " Hola Iñaki, a levantarse.... " y oir sus pasos retumbando sobre el parquet, ver aparecer su corpachón desmañado ante él, ocultando la luz que entra por la ventana y sentirse zarandeado como unba hoja por el viento cuando coge su cuerpo y lo levanta como si fuese saco de patatas, muerto, sin resistencia.



Estar encerrado en este cuarto donde apenas si se puede mover, no es tan malo como esa cárcel que se va creando en su cabeza donde cada vez se van cerrando más puertas y los recuerdos se pierden en un sumidero hondo, muy hondo. Sola la llegada de ese chico le da algo de luz, se pasa las horas muertas sin hablar y cuando Victor llega está tan desacostumbrado a hacerlo, que le parece que se le hubiesen oxidado las cuerdas vocales y les cuesta ponerlas en marcha. Pero cuando apoya su cuerpo en él y afianza el paso tambaleante con ayuda de una cachava sabe que comienza la hora más deseada del día, aunque tan solo den un paseo por las calles que rodean a la Plaza Vieja.

De vuelta a su cuarto retorna la niebla. Victor utiliza un rotulador rojo en el que pone sobre pequeñas cartulinas el nombre de las cosas que le rodean: mesa, lampara, silla, radio....para que no se olvide de que es cada cosa que está a su alrededor. Pero Iñaki nota que hay ocasiones, cada vez más, en que ese nombre escrito en la cartulina no sabe lo que quiere decir. Y lo que es peor, ultimamente hay momentos en ya no sabe ni leer.
Se siente cada vez más hundido, piensa que la niebla va a engullirlo definitivamente. Un rapto de rebeldía le llega como una ráfaga y, con mucho trabajo, se levanta y coge el rotulador y el montón de cartulinas todavia sin usar y abre la ventana de su cuarto dejándo que caigan al vacío.
Vuelve a su asiento, deja caer su cuerpo durrunbándose sobre la butaca y al cabo de un rato oye abrirse la puerta y oir la voz de Victor: " hola buenos dias, se te ha debido de caer esto ". En su mano lleva el rotulador rojo y unas cartulinas mojadas por el agua de la lluvia y su cara se abre en una sonrisa de angelote.

2 comentarios:

xaby dijo...

La historia está bien narrada, pero me da la sensación que no está acabada ... falta más trama, un flashback que justifique el estado de salud decadente del prota ...

cal_2 dijo...

hay veces que no sale mas y se queda como esta. Pienso lo mismo, pero todo ha de quedar abierto a la inventiva de los demás