lunes, julio 02, 2012

Maldita sea la lluvia





" Máldita sea la lluvia " , escupe Julio entre los dientes. Todo está mojado a su alrededor y se siente como si todo él fuese de agua. Los ojos neblinosos y llenos de lágrimas no dejan que vea bien lo que le rodea y nota como el calabobos va empapando su chaqueta de pana. Todo mojado, ojos, la nariz moqueante, ropa, bragueta. " Maldita sea la vegija, que no me retiene ya ni la puta orina ".
Julio se resiste a moverse, pero piensa que es cosa de irse si no quiere pillar un trancazo. Está sentado en un banco de madera del parque situado frente a la residencia donde vive. Tiene la cabeza apoyada en la cachava, el mentón reposa sobre el reborde del asa y de pronto tiene un estremecimiento al recordar lo que le pasó al pobre de Casimiro, un día que salieron un grupo de amigos a las perdices. Era el atardecer de un día de otoño cuando se juntaron todos en corro para contar mentiras sobre quiEn había cazado más mientras comían pan con tocino y trasegaban la bota de tinto.





El Casimiro se quedó algo retirado del grupo porque dijo que estaba cansado y no tenía hambre. Apoyó las manos sobre el cañón de la escopeta y puso el mentón sobre ella, quedándose adormilado. El " Lagartijas ", que no paraba quieto ni dormido, se acercó haste donde estaba para darle un susto. El Casimiro dió un respingo, golpeó la culata contra el suelo y la denotación sonó como un trallazo, dejándonos a todos como paralizados al ver el destrozo. Uno de nosotros se sacó la camisa y la apretó contra el amasijo donde hasta entonces estaba su cara para contener la sangría y nadie se explica como consiguieron llevarlo con vida hasta el hospital. Los médicos se hacían cruces al ver las manos traspasadas por la bala y el boquete que tenia en el mitad del mentón que se llevó el disparo. Pero salió adelante, nadie sabe bien como.
" Siempre la misma mierda, siempre pensando en tristuras ". Julio ahora no recuerda más que eso, tristuras y penas, aunque se esfuerze en buscar recuerdos bonitos siempre los jode y sale la pena negra por cualquier rincón. Penas y tristuras, penas por la gente que se ha ido y tristuras por no haberles dado en el momento debido lo que tanto cuesta dar: Cariño.





Se levanta con dificultad, las piernas chirrian como si estuviesen oxidades y solo el apoyo de la cachava impide que se vaya de bruces. Y recuerda lo que le decía la madre de chico " Si es que no tienes cabeza, tantarantán ". La madre, esa es la peor, no hay día ni hora que no se acuerde de ella, de las broncas que le echaba y de todas las veces que la dejó sola o la fue a ver a salto de mata, a fin de cuentas ya decía su mujer que " a los padres hay que hacerlos fuertes " y con esa idea se iba al futbol tan tranquilo o a echar una partida a las cartas en el café en lugar de coger el coche y acercarse a casa de la madre para librarse de su sermoneo. Del padre también se acuerda, pero menos, a fin de cuentas este iba por libre y hacía más vida de familia con los cantineros del barrio que con la suya propia. Y después mucha pena cuando se fueron y ya no había remedio. Y así le pasó con todos. Llorarlos cuando ya era tarde. Padres, amigos o su hermana pequeña la Chelo que se fué para la otra punta de España siguiendo a un baldragas y a la que ya no hizo más intención de ver cuando la supo sola y con la barriga llena. " A fin de cuentas, ella se ha buscado la vida ".


Pero todos se han ido antes que él. Y él se ha quedado el último para llorar por todos, para llorar por él y por tantas veces como quiso hacer y no hizo, por tantas ocasiones en que debió hablar y se callo " por que hubiese paz ", se decía. Oye la campana que avisa de la cena y inicia un trotecillo para llegar pronto. " Es miércoles, recuerda y hoy toca flan de postre y como llegue tarde al rezo la puta de la monja no me dejará nada".

1 comentario:

pequeño dijo...

maldita sea la lluvia joder