martes, octubre 26, 2010

" Uni, doli, teli, catoli...."


" Uni, doli, teli,
catoli, chimpana,
badana, espuc,
funfum, barrufete,
landrés,
cuenta bien
que van
diez... "
Oscar recita la letanía que le enseñó la abuela Rocío para poder dormirse cuanto antes.
 Arrebujado bajo el edredón, las manos apretadas entre las ingles, chirria los dientes porque no quiere oir la pelea que sube por el hueco de la escalera desde la cocina. Saca la cabeza y se tapa los oidos en un vano intento de no escuchar las voces destempladas de su madre que se entremezclan con los gritos y el llanto de su madre. Siente ganas de mear, pero no quiere salir del refugio de su cama, aleteea las piernas como si quisiera ahogar su cola, notando como un calor húmedo se extiende bajo su cuerpo. Extiende el brazo y enciende la luz de la mesilla. Con un movimiento brusco aparta el edredón y una luz azul tamizada por la pantalla de la lámpara donde correteaN Shrek y Fiona le permite comprobar la tragedia. Una mancha delatora cubre la pernera de su pijama, la misma que dibuja la sábana.
Se quita el pantalón con rabia, a tirones y se vuelve a acostar orillado en un costado de la cama para huir de la humedad. Las voces siguen colándose por el quicio d ela puerta, tal vez más amortiguadas o es que él se ha habituado a oirlas.
" Uni,
doli,
teli..."
Comienza de nuevo la salmodia mientras va desgranando los dedos de la mano. Le falta una. Otra vez comienza a contar. No entiende nada. Su hermanita comienza a berrear desde la contigua habitación de sus padres. Desde que han traido a Sandra a casa comenzaron las peleas por las noches. Antes no tenía que repartir el cariño de sus padres con nadie, todas las noches su padre jugaba con él sobre la cama mientras la madre, riéndose, intentaba poner un poco de orden, complice feliz de la pelea fingida hasta que, después de mirar el reloj de pulsera, daba un par de palmadas y echaba a su padre del cuarto, rehacía la cama y apagaba la luz de la mesilla, después de besar su frente. Pero vino la niña y se acabó todo. Frases pilladas al azar a sus tías, ya se sabe lo buena que es la familia cuando huele la miseria, pobre niña, nunca será normal....
" Uni,
deli,
teli,
catoli...
Oscar vuelve a contar, pero no consigue dormirse. Extiende su mano y la humedad de la sábana está fría. Su madre subre atropelladamente las escaleras y entra en el cuarto. A través de la pared Oscar oye como la coge en brazos y como intenta calmar el llanto de la niña. De abajo sube el ruido de un portazo y, en breve, oye como el coche de su padre arranca, patinando sobre la grava del patio. Maldita sea, piensa Oscar, su madre tuvo tantos meses a su hermana dentro de su tripa, mientras esta la iba comiendo poco a poco. Mejor es que no hubiese salido nunca, que se hubiese perdido en ese sitio donde solo hay humo, como en una pelí que vió el otro día en la tele.
" Uni,
doli..... "

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