domingo, junio 06, 2010

Así me lo contó Tano


Esta historia me la contó mi amigo Tano a través de internet, un día en el que me quejaba de mi sempiterna falta de ideas con las que actualizar el blog. Y voy a transcribirla más o menos literalemente. Tano es de esas personas afables y conversadoras con las que es fácil establecer un inmediato buen rollo nada más conocerlo, aún siendo este virtual. Algún día quisiera hablar de esto del mundo real y del mundo virtual que cada vez más se entremezclan y confunden en nuestras vidas. Pero bueno, eso será otra historia.

"" Pablo, cuenta Tano, es un chico con el que mantuve un conato de relacción que no llegó a cuajar no sé muy bien por qué. Pero con él me sucedía una cosa muy rara que nunca antes había sentido con mis anteriores parejas y es que me provocaba un desprecio tan grande hacia él que me costaba controlar no decírselo directamente a la cara. Esta situación me tenía totalmente descolocado pues de natural siempre he sido amable y dulce con los demás, pero su sola presencia me sacaba de quicio y solo un gran esfuerzo me permitía no mostrarle mi desprecio abiertamente.
Pablo tiene un físico muy atractivo, es la típica persona por cuya compañía se pelearía más de uno en una reunión, pero esta belleza exterior choca rudamente cuando se accede a su interior. Para resumir, es de esas personas a las que les falta un hervor, un ser sin voluntad propia que actúa como el perrillo faldero de su madre, de esos que de puro bueno resulta tonto y totalmente influenciable. Esto es así hasta tal punto que en su trabajo lo manipularon para que fuese de un partido de derechas, él que siempre había presumido de liberal.
No sé muy bien como sucedió, pero me habló muy bien de uno de sus hermanos y de un modo fortuito nos puso en contacto a los dos via correo electrónico. Inmediatamente se estableció una conexión de pensamientos espectacular entre su hermano Eduardo y yo y los correos volaban de un o al otro con una frecuencia cada vez mayor. En él apreciaba de lo que carecía su hermano, una fortaleza de ánimo y una profundidad de pensamiento que me hacía sentirme cada vez más atraido por su personalidad.
Los dos hicimos labor de zapa con Pablo hasta tal punto que en las siguientes elecciones conseguimos hacerlo votar socialista, tan maleable puede llegar a ser. Pero ya digo, el pobre esa tan enormemente influenciable que, de proponernoslo, habríamos logrado hacerlo profesar como novicio en la Cartuja.
Un día, con el fin de conocernos fisicamente, Eduardo nos invitó a su hermano y a mi a cenar en su casa y así poder presentarme también a su mujer y a su hijo. He de reconocer que los días previos a la cena estuve especialmente nervioso y sentía un hormiguillo interior pensando en como podría ser. La sorpresa fué grande, pues Eduardo es lo opuesto a su hermano, no solo a nivel intelectual, sino en el físico. Es de esas personas anodinas, a las que cuesta describir pues no tienen ningún rasgo destacable, nada que las haga merecedoras de una segunda mirada. Pero esto cambia en cuanto se le oye hablar, tiene una profundidad de alma inmensa, una chispa y un gracejo que hace que uno se quede prendado de lo que dice. A todo esto se une una humildad tan grande que no parece darse cuenta de su brillantez y puedo decir que durante toda la noche devoraba cada palabra que salía de su boca.
La velada siguió el derrotero habitual de estas situaciones. Una toma de contacto, la cerveza bien fría y las almendras fritas, un recorido para enseñarnos suvivienda, el conocimiento de la mujer y del niño, sentarse a la mesa y conversar buscando lazos comunes que permitan romper el hielo. De pronto, afloró un sentimiento que se había ido abriendo camino en mí. Descubrí que me había enamorado de Eduardo hasta las trancas y que solo tenía ojos para él. Esta certeza me puso tan nervioso que me temblaban las manos al coger el pan y el corazón se desbocaba como si quisiese salirse por la boca. Esto me parecía una situación tan irreal, tan impensable, que tuve que atarme los machos y obligarme a dejar de mirarlo e intenté dirigir mi atención exclusivamente a su mujer.
Verdaderamente, Carmen también es una persona brillante y conversadora con la que pronto sentí una buena sintonía y al cabo de poco tiempo descubrimos que teníamos un conocido común. Hablando y hablando, resulta que una antigua pareja mía por aquellas mismas fechas había sido medio novio suyo, pues todavía no sabía si quería ser palomo cojo o volar con mujer. * Nena, estamos condenados a ser rivales *, pensé para mis adentros.
Acabó la velada, nos despedimos con idea de volver a vernos en breve, pero esto ya no fué posible porque Pablo, en otro volantazo de su voluble personalidad, me desterró de su vida para siempre y ya nunca fuí capaz de retomar el buen rollo
con su hermano.... ""

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ya estoy aqui de nuevo bonita
historia pena que no acabara bien

Fran Antón dijo...

Acabó muy bien,o sea, como tenía que acabar ;-) Yo también conozco a Tano ;-)

Carlos has escrito la historia mejor que si la hubieras vivido, felicidades ;-)