sábado, enero 20, 2018

17 días en la Grecia Peninsular. I

Día 1

El viaje a la Grecia Peninsular lo hicimos a primeros de octubre, lo que nos permitió disfrutar de un estupendo tiempo todas las vacaciones. En cuanto al itinerario lo hicimos basándonos en informaciones de otras páginas web y y sobre todo de la Guía visual de Aguilar-ocio. Nuestra anterior visita a Grecia fue hace más de veinte años y ahora hemos vuelto con toda la ilusión en busca de aquellos sitios que se mantienen en nuestra memoria y deseando encontrar otros nuevos.
Llegamos al aeropuerto de Atenas a media tarde después de un vuelo cómodo con Iberia en un avión de los de antes, de aquellos en los que hay espacio y uno puede moverse sin sensación de estar encerrado en una caja de zapatos. Contratamos un transfer a través de internet para el traslado del aeropuerto al apartamento y fue todo un acierto, pues fue rápido y apenas poco más caro  ( 40 euros ) que si hubiésemos ido en metro. Y infinitamente más cómodo como pudimos comprobar después.









El apartamento de Atenas resultó amplio y cómodo. 350 euros con desayuno incluido para cinco noches.Todo bien, de no ser por el entorno en el que está situado. Es inexplicable que puedan ofertar estos sitios, pues la zona es de lo más peculiar, por decirlo de un modo suave. Situado a cinco minutos de la emblemática plaza de Omonia, para llegar a ella has de ir sorteando grupos de drogadictos en un estado de deterioro físico lamentable en un paraje de película ambientada en el Bronx., aunque ellos van a lo suyo y en ningún momento nos han causado el menor problema. Menos mal que el apartamento tiene una recia puerta de seguridad...y lo mejor es que Kate, la encantadora griega de la agencia inmobiliaria, nos pidió que recomendásemos el apartamento en las redes sociales.
Salimos a dar una vuelta por la zona para tomar contacto con la ciudad. Tráfico caótico, pintadas por todas partes y gente muy animada. Encontramos un restaurante encantador en una calle muy animada, el " Rotsalia ".
Nada más sentarte aparece un camarero con una enorme bandeja en la que puedes elegir todos los entrantes que te apetezcan  y cenamos muy bien a base de pescado acompañado de vino de retsina. Y a la cama, que mañana empezamos el recorrido.






Día 2. 
Madrugamos con idea de visitar la Acrópolis. En la cercana estación de Omonia compramos un abono de transportes que resulta de lo más rentable. 9 euros para viajar durante cinco días, sin límite de viajes y pudiendo usar tanto metro como autobuses urbanos.  Nos las prometemos muy felices pensando en la Acrópilis a donde nos dirigimos. Pero pronto se acaba la dicha pues al cabo de un par de minutos de estar en el vagón minutos uno de nosotros se da cuenta de que no tiene la cartera encima. Volvimos al apartamento sabiendo que no podía estar allí...y no estaba. Momentos de nervios pues, aunque solo llevaba encima unos 40 euros, le quitaron toda la documentación. Llamamos al numero del consulado de España y nos atendieron muy bien (  + 30 6945704001 )  informando de modo claro como debíamos actuar. El primer paso es el robo denunciar en una comisaría. Le preguntamos a un policía ( en Atenas los polis van pertrechados como los hombres de Harreslson pero montan dos en cada moto, se ve que por causa de la crisis ) y nos dirigió a la más cercana situada a unos cien metros de la plaza de Omonia y allí nos atendieron con mucha amabilidad. Se ve que es algo muy habitual. Situada en el tercer piso, llegamos a una sala un tanto destartalada con una pared mancha de tinta como la que emplean para tomar huellas  y una gran reja de hierro verde en un rincón de la sala por la que se iban asomando personajes un tanto marginales. Gracias al poco italiano que hablo logramos hacernos entender por el comisario que se ve que esta habituado a estas situaciones con los turistas confiados. El policía nos dio el impreso de denuncia para rellenar mientras repetía como si fuese un mantra: " No griegos, son búlgaros, albaneses, rumanos..." Hubo que hacerse unas fotos de carnet para solicitar después el salvoconducto de salida.










Dadas las circunstancias y para no echar a perder el día cambiamos los planes y nos fuimos en metro hasta el Pireo. La ciudad es un tanto caótica y parece que esté encerrada lejos del mar, a pesar de que la rodea por completo. De su pasado apenas queda nada pero nuestro destino era el Museo Arqueológico ( abierto de 9 a 15, de martes a domingo, 6 euros la entrada normal y 3 la reducida ). Está contigua al deteriorado teatro de Zea  y encierra una interesante colección  de bajorrelieves y estelas funerarias, pero sobre todo merece la pena recrearse con el hermosísimo templete de Calicea en la planta baja y en la planta alta la sala de los bronces con un kouros maravillosos y los enormes bronces de Atenea o Artemisa. 
Como ya era hora de comer buscamos las proximidades de la costa y acertamos con el restaurante Ta Kateopanakia, sentados en un agradable paseo frente al mar. Cogimos el bus numero 20 para acercarnos a la estación de metro, pues hay una buena distancia. Nos dirigimos a la plaza y bajamos en plaza Sintagma para recorrer  la zona. Visitamos la catedral metropolitana, un templo puro cartón piedra pero a cuyo costado está la maravillosa iglesia bizantina Panagia Gorgoepikoos del XIII. 
Recorrimos el barrio de Plaka, eminentemente turístico, subiendo y bajando en busca de rincones e iglesias.Recorrimos las calles del barrio de Anafiotika, situado al pie de la Acrópolis, lleno de rincones hermosos pero un tanto abandonados. Llegamos a la Plateia Lysikratous, un hervidero de gente con el hermoso monumento circular de Lisykrates. Una cosa que nos llamó la atención y que se repetirá a lo largo de todo el viaje, es la proliferación de negocios de apuestas y la cantidad de gente que hay dentro.
Cansados del día y con ganas de descansar nos volvimos a casa para cenar tranquilos, bien protegidos por la puerta acorazada. Emociones no faltaron a lo largo del día.
Nota. Para las entradas a los monumentos pondré siempre dos cifras. La primera es la tarifa normal y la otra es la reducida para estudiantes o mayores de 65 años. Y los horarios son referidos al periodo de verano que acaba el 31 de octubre. 




Día 3.
Madrugamos para iniciar temprano la visita a la Acrópolis. Abren a las ocho y allí estábamos como un clavo. De 8 a 18 horas, la entrada combinada cuesta 30 euros ( 15 euros la reducida para mayores de 65 años ). Al faltar uno de los carnet de identidad, la taquillera con gesto iracundo se negó a hacernos la rebaja,a pesar de que con un simple vistazo se ve que estamos lejos de la adolescencia Comenzamos la dura ascensión a la Acrópolis a esa hora apenas sin gente aunque a las diez de la mañana aquello era un hervidero de turistas. Si esto es así ahora no quiero ni pensar en pleno agosto como estará.
No voy a describir la visita porque eso lo tenemos en todas las guías, pero lo que si está claro es que nos impresionó. Una imagen que conservo de la anterior visita es a una pareja de turistas muy ancianos a la entrada del recinto, bajo el Erecteion, apoyados casi desplomados una en el otro y afianzados en sus bastones que habían subido allí a pesar de la edad y que sonreían felices. No hay que rendirse nunca y quedarse amuermado en casa mientras haya un poco de fuerza
A la salida nos encontramos con un oriental que se peleaba con uno de los empleados para que le dejara entrar con su mujer impedida para visitar la Acrópolis con ella a cuestas pues es impensable el uso de una silla de ruedas. Y lo logró. Bravo.  
La siguiente parada fue en el agora romana , de la que queda penas una amplia explanada con restos arquitectónicos destacando al fondo la hermosa torre de los Vientos y una iglesia bizantina bellamente restaurada.  Muy cerca está la biblioteca de Adriano que encierra en un rincón un poco escondido un pequeño museo con la maravillosa estatua de Nike.
De allí, ya con el calor apretando fuerte, nos acercamos al Agora Griega con el templo de Hefestos sobre una colina y la Stoa de Atalos donde está el museo del Agora. 




Para reponer fuerzas nos sentamos en un restaurante justo enfrente de la entrada al Agora donde comimos maravillosamente, por lo que no está reñido el turisteo con la buena atención.
Por la tarde teníamos otro plato fuerte y de los más deseados: la visita al nuevo Museo de la Acrópolis ( abre todos los días, en horario de mañana y tarde, que varía según los días de la semana. Informarse antes. ). La entrada es 5 y 3 euros y aquí la taquillera fue todo amabilidad, para compensar a la gorgona de la taquilla de enfrente. El edificio es espectacular y su contenido lo supera. Cuidado con las fotografías porque no está informado con carteles pero el núcleo central no se puede fotografiar. La cafetería, con la Acrópolis al fondo, es un oasis. Notamos que hay mucho personal en hostelería y, al contrario de lo que nos tienen acostumbrados aquí, todos son muy buenos profesionales. Y el detalle del vaso de agua fría nada más sentarse, no tiene precio. Al salir, un chaparrón inesperado nos hizo refugiar en la contigua boca de metro. Y a casa. 

Día 4
Hoy dedicamos el día principalmente a los museos. Es importante comprobar horarios para compaginar las visitas durante la estancia en Atenas y no siempre la información que dan en internet es fiable
La primera parada fue en el Kerameikos ( Metro línea 1, Thiseio , entrada 8-4 euros ). El antiguo cementerio de Atenas ubicado en el barrio de los Ceramistas, es un amplio espacio que se recorre tranquilamente para ver los restos arqueológicos con partes de las enormes murallas de Atenas en un costado. Pero lo mejor está en el interior del museo con los originales de las estelas funerarias y un maravilloso toro en el patio central.
Vuelta al metro, que por cierto es cómodo y muy limpio para ir a la zona de los museos, al norte de la plaza de Sintagma. Buscamos en primer lugar la Pinacoteca Nacional que, a pesar de la información en internet, está cerrado a cal y canto, rodeado por vallas de obras polvorientas y oxidadas. Así que vuelta atrás en busca del museo Bizantino, situado en un hermoso palacete con una muy amplia y bien organizada muestra del arte bizantino ( cierra los lunes y la entrada 4- 2 euros ). Su cafetería situada en los jardines del palacete es una delicia.





Muy cerca se encuentra el museo del arte Cicládico  situado en un palacete decimonono, pero con una entrada un tanto enrevesada situada en una calle lateral. ( de 8-17 horas, cierra los jueves y la entrada cuesta 7 y 4 euros ). Recomiendo hacer la visita empezando por la ultima planta e ir descendiendo hasta la primera donde está agrupada la muestra de arte cicládico, que es una auténtica joya. Después de verlo se comprende donde piratearon su inspiración Picasso, Modigliani y tantos otros. En la tienda hablamos con una de la empleadas que había vivido en Santander y que nos contó como está la situación en el país. Su sueldo de 700 euros, bueno para la media de los trabajadores, apenas le llega para cubrir gastos pues los asfixian a impuestos.
Habíamos pensado en visitar también el museo Benaki, pero no nos sedujo a priori la colección que alberga a pesar de los criterios de la guía, así que pasamos de él. Ya nos llegó el cupo museístico de la jornada. 
Muy cerca están los Jardines Nacionales, a espaldas del Palacio Presidencial, un amplio espacio de polvorientos caminos y lugares tranquilos donde darse un respiro. Y como hoy tocaba puesta de sol  iniciamos la costosa subida al monte Lykavittós por calles con cuestas empinadas y endiabladas hasta llegar al funicular con el que nos ahorramos el tramo más costoso ( funciona todo el día y cuesta 7,5 euros los dos trayectos ). En lo alto del monte hay una pequeña capilla y una explanada que se convierte en un hervidero de gente que, cámara en mano, espera que se ponga el sol...pero no sobre la Acropólis como esperábamos los turistas pardillos, sino sobre el mar, dejando a aquella en penumbra y no inundaba de dorados rayos de sol como habíamos creido. 
Ya en el metro, al ser domingo a ultima hora de la tarde, un gentío enorme llenaba las estaciones. Y allí nos volvimos a encontrar con los carteristas del otro día, ellos o unos primos. Dentro del vagón íbamos relativamente holgados y me di cuenta de que uno situado a mi izquierda se daba de ojo con otro a mi derecha. Al llegar a la parada me hicieron un bocadillo entre los dos y, al intentar salir, un tercero se atravesó en la puerta haciendo tapón. Logramos salir al fin y ellos detrás para, una vez en el andén, volver a subir los tres en el mismo vagón. Y tenía razón el comisario, eran albano- bulgaro-rumanos o similares.
Salimos al aire libre en Omonia y respiramos tranquilos. Así que nos fuimos a cenar al lugar del primer día, el Rotsalia ( Valtestiou 58 ), para disfrutar de una buena cena y un poco de calma después del ajetreo del día.







Día 5.    
Madrugamos para empezar la ruta visitando el Arco de Adriano y el contiguo templo de Zeus. De allí nos fuimos a la embajada porque, al no haber aparecido la documentación, era preciso un salvoconducto para seguir viaje y poder salir de Grecia al final del viaje. La embajada española está situada en una calle contigua al museo de la Acrópolis y allí nos atendió un funcionario todo amabilidad y eficacia que nos tramitó los papeles. Se precisan tres fotos de carnet, rellenar unos formularios y esperar a que responda la policía nacional.
Para hacer tiempo iniciamos la subida al monumento de Filopapos, un tanto penosa pero que compensa con una maravillosa vista de la Acrópolis. Al final de la mañana volvimos a la Embajada y ya teníamos la respuesta positiva para la concesión del salvoconducto. Allí nos encontramos con otro español al que la tarde anterior le habían hecho la misma faena y en la misma línea de metro ( de Omonia a Sintagma es la zona más peligrosa ).
De allí al museo arqueológico nacional de Atenas, una de las visitas más deseadas ( abre todos los días, pero los lunes lo hace a partir de las 13 horas, 10 y 5 euros la entrada ). Es una maravilla y creo que no había cambiado la instalación desde la visita anterior hace un montón de años. Su cafetería está situada en un patio que es como un oasis. Tuvimos la fortuna de coincidir con una exposición sobre Ulises y el mar, que es un sueño.
Volvimos caminando a casa y nos dimos cuenta, una vez más, del triste deterioro que sufre Atenas. Nos recordó al centro de Bucarest. Grandes edificios de los 70-80 abandonados, llenos de pintadas y con verjas a la entrada para protegerlos, bloques de diez pisos que parecían haber sufrido un bombardeo y eso en una zona que antes era la parte moderna de la ciudad.
Buscamos en el tripAdvisor un lugar recomendable y cercano a casa para cenar. A priori nos sedujo uno llamado " Balkanian " pero, al llegar y ver lo cutre y sucio que estaba, con los manteles de pelxiglás, llenos de cagadas de moscas y los clientes que parecían estibadores salidos de una peli de gansters, salimos huyendo. Nueva búsqueda y esta vez un acierto total en el restaurante " Atritamus " ( Kapodistriou,2 ) con una cena verdaderamente sublime y un personal encantador ( una de las camareras parecía la doble de Penélope Cruz en la película " Volver " ). Y todo por poco más de 50 euros con vino para los tres. Buena despedida de Atenas.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

Embajada de España en Atenas.
Calle Dionissiou Areopagitou 21
Atenas 11742
Teléfonos 2109 213 123, 2109 213 237, 2109 213 238 y 2109 213 265


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