miércoles, octubre 17, 2012

POLONIA I. LA LLEGADA

Este año hemos elegido Polonia para ir de vacaciones y dada nuestra aversión a los viajes en manada buscamos que nos confecionasen uno a nuestro gusto, para lo que pirateamos un circuito de los 1ue montan los mayoristas. Durante doce días hemos recorrido en coche una parte del pais y voy a contaros nuestras experiencias. Como cada año Alfonso, Felix y yo preparamos el viaje aunque, para ser sinceros, la organización corrió a cargo de Paqui, un encanto de mujer que tiene una agencia de viajes en Alicante y que nos sirvió todo en bandeja, de acuerdo a las indicaciones que le dimos.


El vuelo Alicante-Cracovia fue con la infumable compañía Ryanair, aquella a la que todos juramos no acudir más, pero en cuyas garras caemos siempre. Como es norma entre nosotros, estuvimos en el aeropuerto tres horas antes para controlar que pintasen las pistas y estuviese todo en orden. Bocata casero, que allí roban a mano armada y el consabido vuelo: la gente peleándose por los asientos, amontonados, sin sitio vital para moverse, las azafatas desganadas haciendo eso de que si cae el vión agarres el chaleco y soples mientras todos vamos a nuestra bola. Y es que hay que reconocer que desde que las azafatas han pasado de ir vestidas por Balenciaga a ponerse un delantal para vender refrescos o hacer sorteos del bingo, el vuelo en avión ha perdido todo su glamour. Y al llegar a Cracovia el piloto hace un descenso en picado que nos pone los higadillos de sombrero, imagino que para llegar antes y gastar menos queroseno.




El aeropuerto de Cracovia es pequeño y recogido, de esos que apenas hay que andar y las maletas llegan casi antes que nosotros. Primera parada en la agencia de alquiler de automóviles para recoger el nuestro: el comercial habla polaco e inglés, nosotros ni puñetera idea de ambos. La solución: san Google que con su traductor simultáneo polaco-español y sus buenas dosis de manotear en el aire y hablar más alto para que el otro nos comprenda, resuelve todo. El coche que hemos contratado es un Opel Zafira, de esos que no te hundes al entrar porque uno ya no está para ir encogido en el Corsa que nos proponían durante todo el circuito.





Otro santo acude en nuestro socorro: San Tontóm que nos lleva al hotel sin problemas. Bueno, sin problemas porque Félix se atreve con todo y nosotros vamos tan confiados con él. Recorremos las afueras de Cracovia hasta llegar al hotel, un NH al pié de la ciudad vieja. Dejamos el equipaje y salimos a cenar, que ya es tarde. Los restaurantes tienen el hábito de tener sus menus en polaco asi que, para evitar problemas la primera noche, nos metemos en una pizzeria, que su idioma es universal. Dos camareras encantadoras nos atienden sin parar de sonreir. La cosa empieza bien. Las pizzas estan crujientes y la mas es rica. Humm.
Un pequeño paseo por la zona, primera sorpresa al ver los tranvías circulando al mismo tiempo que unas enormes calesas blancas. En lo alto se divisa la silueta de la catedral y las calles están vacías, hermosas casas a los lados y el brillo de los rieles del tranvía son las primeras imágenes que nos acompañan a la cama.




Tras el desayuno, comienza en realidad el viaje. Hace buena temperatura pero una niebla fina cubre todo. Aunque ya estábamos advertidos, las carreteras polacas no son para tirar cohetes y el promedio es de unos 50-60 kilómetros a la hora, con contados tramos de autovías, y una circulación endiablada. A las entradas y salidas de los pueblos hay un arco metálico desde donde se controlan los vehículos que circulan pues es obligatorio llevar una pegatina en el cristal delantero. Llanuras enormes en los que alternan campos cultivados, la tierra parece muy buena y arboledas enormes. E iglesias por todas partes.





Con idea de no hacer tan largo el vaije hacemos la primera parada en una pequeña ciudad OPOLE bajo una llovizna tan pertinaz como caladora. Buscamos el centro del pueblo y nos quedamos sorprendidos ante la plaza del mercado donde el enorme mamotreto de su ayuntamiento, un verdadero pastiche del palacio de la Señoría florentino, cede todo el protagonismo a las casas que rodean la plaza y las calles adyacentes, en donde nos encontramos con las primeras muestras de casas barrocas o renacentistas llenas de colorido, o un par de enormes iglesias góticas de ladrillo y todo aquello que veremos reiteradamente los días posteriores. pero para abrir boca, está bien. Un paseo de una hora y a seguir viaje.




A mediodía llegamos a WROCLAW en busca del hotel. La dirección es correcta, el tontóm nos lleva donde corresponde....pero el hotel no parece estar en la dirección indicada. Alfonso se enzarza en una charla en un semifrancés con el amable conserje de un hospital preguntando por la calle ( ulica en polaco, de las pocas palabras que logramos aprender ) y al final llegamos. Primera gran sorpresa y agradecimiento tácito hacia Paqui pues nos ha buscado un hotel precioso, una antigua fábrica de harinas reconvertida en acomodo para pijos. Como será la tónica habitual en todas las recepciones, ni papa de español y, lo que comprobamos en todos los sucesivos destinos, sin el menor deseo de que los entendamos. El recepcionista suelta su rollo en inglés sin coger aire y allá nos las apañemos. Pero lo básico ha estado siempre cubierto: hora de desayuno, wifi en la habitación ( que toda la vida la hemos tenido, pues no nos faltaría más ) y plano de la ciudad para callejear.





Después de esta inbtroducción, iré contando las experiencias en las diversas ciudades por las que hemos pasado. Si te aburre, cosa muy probable, puedes buscar otra cosa en el blog. Gracias por llegar hasta aquí.

Próximo Capítulo: " Y SOY POLACA...."

1 comentario:

pequeño dijo...

bueno esto se pone interesante