martes, agosto 14, 2012

Silencio de hielo

Esto es una consideración sin más que se me ocurrió anoche mientras veía una película. Por cierto, no me gusta nada recomendar ninguna pero " Silencio de hielo " me pareció un film alemán muy, pero que muy interesante. Pero no voy a hablar de ella ni, como es lógico, destriparte el guión. Como es habitual, tras apagarse las luces, se intensifica el moscardonea de las personas que parece que no puedan esperar un par de horas en comunicarse intrascendencias varias, ruido que es bien acompañado por el sonido que hacen docenas de bocas mascando las putas palomitas de maíz, con lo que consiguen enmascarar la banda sonora. Para cuando se acaba el mascar, comienzan a parpadear las pantallas de los móviles de todos aquellos que no pueden cortar el cordón que los une al exterior.




No voy a destriparte la película por si te animas a verla, pero no creo que el descubrirte que el tema va del intento de resolver los asesinatos de dos adolescentes, te impida acudir. Pero a lo que voy. En las escenas más duras en las cuales contemplamos como se producen los crímenes y el ulterior sufrimiento de las familias, no percibes que los espectadores se alteren pues no cesa ni el parloteo ni el rumiar de las palonitas y los chasquidos luminosos de los móviles.





Pero en el momento en que uno de los protagonistas, uno de los policias que intentan descubrir al criminal, que deambula por la película como alma en pena, totalmente chocado por la muerte de su mujer, aparece en una escena embutido en un raquítico mísero vestido de su mujer las risitas nerviosas y el moscardoneo inquieto de los que me rodean se hacen patente. .
En una escena posterior, cuando se busca a la segunda adolescente desaparecida, vemos a un cincuenton maduro y gordo hacer su aparición desnudo para darse un año en el lago, la rechifla nerviosa se hace coro. Vamos, que no entiendo a la gente.
Esto me hizo recordar un relato del genial Castelao cuando, en el escenario de un teatro de provincias, se ve como el labriego llora ante la muerte de su vaca, ante lo cual los del patio de butacas se mueren de risa y los de " gallinero " no paran de gemir. Pero cuando en el escenario el que muere es un perrito " lulú " los gemidos de su dueña ablandan los corazones d elos que etán en el patio de butacas mientras que los de " gallinero " se parten de risa.

Maldita sociedad, pienso yo.

2 comentarios:

xaby dijo...

Me gusta tu lenguaje desenfadado y descarado. Coincido con el incivismo de mucha gente que va al cine, cada vez muy menos por eso. Ahora las consigo y las veo en casa acompañado de mi chico ... que a gusto!

cal_2 dijo...

pero yo me resito a no ir a las salaS de cine y me incomoda la forma de ser de muchas personas, así como su sensibilidad al borde del asfalto