domingo, mayo 06, 2012

Carretera nacional

Aunque había estado antes una o dos veces en Burgos, la primera vez que tengo conciencia de haber ido allí por carretera fue el día del Pilar del año 75, recién terminada la carrera y cuando todavía el general Patas Cortas se desangraba lentamente en su cama de El Pardo. Iba para comenzar mi primer trabajo, una plaza de médico de guardia en la Clínica de San Juan por un periodo de uno o dos meses....que se fuerona alargando hasta convertirse en más de treinta años de nuestra vida pasados en esa ciudad. Nunca hemos comprendido el motivo por el que siempre nos hemos sentido de paso en esa ciudad, a pesar de todos los lazos tan intensos que fuimos tejiendo pero sabíamos que, antes o después, acabaríamos por irnos, como así ha sido. Este primer viaje lo hicimos en un par de coches acompañados por el grupo de la buhardilla pues, aunque ya la relación daba sus últimos coletazos, todas las cosas importantes las hacíamos en grupo. Llegamos a media mañana y, aunque estábamos en octubre, la ciudad estaba cubierta de nieve. Dios, donde iba a meterme. Pero nos tomamos unos churros en " El Abrigaño " al lado de los jesuitas y después me acompañaron a la clínica para presentarme y dejar el enorme maletón gris que me había acompañado en todos los viajes durante los estudios y en el que iban todas mis pertenencias.

Los 120 kilómetros que nos separaban de Valladolid se convirtieron en una ruta muy transitada a lo largo de todos estos años pues alli seguían nuestras raices. Por aquellas época la carretera era eso, una carretera de dos sentidos lenta en ocasiones hasta la exasperación, llena de camiones que cruzaban de Francia a Portugal, por la que el tránsito era muy cansino. Todo cambió al convertirse en una autovía. Pero eso fue bastante más tarde. Al mes de estar en Burgos se presentaron allí todos los amigos de la buhardilla porque " teníamos que hablar ". Ya se sabe lo que conlleva eso, tirarse los trastos a la cabeza, exigirnos explicaciones y tener que oir eso tan odiado de " te comprendo " o " te acepto ". ¿ Comprender o aceptar qué ?, ¿ que cada uno es como es y no ha de pedir perdón por ello ?. Comimos en una mesa redonda en " el Ojeda " como si fuésemos los caballeros del rey Arturo y nuestra amiga Tita convertida no sé si en reina Ginebra o en maga Morgana soltando todo el resentimiento que había acumulado tras el rechazo de Alfonso. Y como suele suceder, salimos de allí todos unidos, jurándonos amor eterno....para desaperecer de nuestra vida la inmensa mayoría de ellos. Creo que tan solo en una ocasión hice solo ese trayecto. La mañana de navidad del 80 me levanté muy temprano porque me tocaba guardia en la clínica. En realidad estaba de guardia también la Nochebuena pero el bueno de Josechu, nuestro amigo san Josechu, me había sustituido para que no estuviese solo en ese día
. Era de esas mañanas de niebla en Valladolid en las que no ves ni la baldosa en la que te apoyas, así que puse el " 127 " a paso de tortuga y nada más salir de la ciudad me colocé tras un camión del que no me despegué hasta llegar a Burgos, tanto era el miedo que llevaba en el cuerpo. Y es que esa carretera estaba llena de puntos auténticamente peligrosos. Por ejemplo, a la altura de Dueñas donde unas curvas endiabladas discurrían al pié de un cerro donde año tras año alguién labraba con tractor un inmenso letrero que ocupaba toda la falda de la colina y en que se leía VIVA FRANCO y que siguió así bastantes años después de que lo hubiesen enterrado baja esa bendita lápida de granito. O el kilómetro 40 donde se acumulaban accidentes. O atravesar la ciudad de Burgos en verano, cuando los portugueses iban o venián de Francia a Portugal para disfrutar las vacaciones, los coches cargados hasta los topes y circulando a paso de auténtica tortuga, colapsando la ciudad y provocando muchos accidentados, muchos de los cuales me tocaba atender en la clínica.
Y los vascos. En aquellos años, cuando pasaban por Gamonal arrojaban monedas por las ventanillas de los coches a lo que los burgaleses respondían lanzando mendrugos de pan contra los vehículos. Todo en mas puro espíritu de concordia. En uno de los múltiples viajes nos encontramos con un coche volcado en la cuneta. Esta hecho chatarra y había un cuerpo lleno de sangre a su lado. Alfonso, abriéndome desde su lado, la puerta del coche me dijo " bájate a at persona grand enderlo, que eres médico ". Y dejándome solo en mitad de la carretera, arrancó el coche y salió disparado hasta la gasolinera próxima porque " es que la sangre me da pánico, ya lo sabes ".... En otra ocasión, llegando a Burgos a la altura de Estépar, estaba un " merdedes " mal estacionado y a su lado una mujer de media edad, una rubia oxigenada, vestida solo con un inmenso sujetador y una faja de esas de cordones de color salmón pedía ayuda porque su novio había tenido un infarto mientras conducía, vaya usted a saber lo que estab haciendo para ir ella vestida de ese modo. Pero en ese momento lleguó una ambulancia y se lo llevaron a mi clínica por lo que me puede enterar del resto de la historia. La rubia iba a verlo todas las noches pero siempre a escondidas y lo primero que hacía era preguntar si estaba su amigo solo o con su familia, no fuese que la mujer oficial la pillase y les montase un pollo a los dos. Por cierto, el infartado salió de esa, al menos.
Seguimos haciendo ese viaje, 120 km. arriba y abajo, muy a menudo pero pasaron los años y la vieja carretera se convirtió en una flamante autovía por lo que los viajes se hicieron más cómodos. Y durante los ultimos años pasados en Burgos se hicieron muy frecuentes para visitar a Pilarina que había comenzado a estar mal. Viajes de fin de semana o simplemente para pasar la tarde con ella, el bocata comido a toda prisa en el área de descanso del kilómetro 64 para llegar a casa y darle un abrazo. Y al entrar en su casa, nuestro hogar, a través del largo pasillo la veíamos sentada en su sillón. Al acercarme se levantaba y muy contenta me daba un montón de besos para después volverse a su hijo y, mucho menos efusiva lanzarle un " hola ". Ya sabemos como son las madres, sobre todo ahora que no están. Se acabó la etapa de Burgos, nos vinimos al Levante y ella se fué a vivir en su estrella por lo que cambiamos de carretera nacional.

1 comentario:

pequeño dijo...

joder hermano cada vez que hablas de la pilarina radias amor por todo tu cuerpo y a mi se me pone un acongojo que tu veas pero sigue asi te quiero