martes, abril 27, 2010

No todo puede salirme bien.....


En la explanada que se extiende tras la fábrica abandonada el cemento lo domina todo. En el suelo del aparcamiento se desdibujan las rayas amarillentas que hasta hace poco delimitaban el espacio ocupado por los coches de los trabajadores pero el abandono, unido a la acción del viento y de la lluvia, ha ido borrando poco a poco las marcas y tan solo alguna mata, que ha conseguido abrirse camino entre las grietas del cemento, produce una sensación vida. El cielo, cubierto de nubes de color plomizo, parece querer mimetizarse con el cemento para hacer de suelo y cielo un único espacio. Cae la tarde y la luz va menguando, la oscuridad cubre todo de modo progresivo y tan solo algún farola encendida difunde una corona de luz amarillenta que lucha inutilmente por imponerse a la noche.
Las luces de un coche irrumpen de un modo viole
nto en el aparcamiento rasgando la oscuridad. El vehículo da vueltas sobre sí mismo en giros cada vez más amplios y el silencio se hace añicos con el chirrido de los neumáticos. De un frenazo brusco, el coche se detiene y de él bajan dos, no, tres personas que se ven envueltos por el aire cálido y húmedo procedente de la costa cercana. Una música extridente y machacona parece animarlos a saltar delante de los focos encendidos y se oye el estrépito de una botella que se hace añicos provoca carcajadas en los chicos. De pronto uno de ellos suelta un juramento mientras levanta un objeto con la mano. Se ha dado un golpe en la pierna contra una silla abandonada en el suelo. Los otros dos se ríen de él y comienza una pelea para quitársela de las manos, forcejeando hasta que uno de ellos se queda con una pata de madera en la mano con la que amenaza en plan de guasa a sus amigos. Pero pronto se cansan de este juego y se ponen a beber de otra botella que se van pasando de mano en mano hasta que, una vez vaciada, sigue el camino de la anterior. Uno de los chicos agita las llaves del coche y dice que a seguir la fiesta en otro sitio.
Cuando desaparece la luz del coche, vuelve a dominar todo el silencio de la noche y la vieja silla parece llorar lágrimas de serrín. Aunque ya la luz del sol va subiendo tras los muros de la fábrica, los cristales rotos brillan al ser heridos por los rayos y la silla coja va recuperando su maltrecha silueta.
Por el fondo de la explanada aparece un bulto que se va agrandando a medida que se acerca a donde yace la silla. Entre el montón de trapos que envuelven la figura asoman los rasgos de una persona, tal vez una mujer, con la cara surcada por todas las arrugas del mundo que apenas dejan asomar un par de ojillos reidores,la cabeza coronada por una maraña de rizos grisáceos que asoman rebeldes entre los agujeros del pañuelo que intenta someterlos. La mujer, que va acompañada de un perrillo tan viejo y tan maltrecho como ella, empuja un renqueante carrito de supermercado en el que, si uno se fija con mucha atención, todavía se lee " Carrefour y que está atestado de bolsas de plásticos informes y del que sobresale una garrafa de plástico medio llena de vino peleón. La vieja se fija en la silla abandonada en el suelo, se acerca a ella, la recoge y la pone sobre el carrito, reemprendiendo su camino.
Al final de la jornada recala la vieja en el pasadijo donde se guarece durante la noche y con ella perro, carrito y silla. Intenta sentarse en esta pero, al faltarle una pata, trastabillea y está a punto de irse de bruces al suelo. Resoplando arranca la otra pata trasera y acomoda lo que queda de silla sobre un murete que le sirva de apoyo. Rebusca en el carro hasta que encuentra saca un paquete, desenvuelve el papel y le da un primer mordisco al bocadillo. Se sienta, dejando la garrafa a un lado y al otro se acomoda el perrillo que la mira esperando su ración. La cara de la mujer ahora rebosa satisfacción y se rie feliz, sentada en su trono, como si fuese una reina.
Da un último tíento al vino, echa las sobras de su comida al perro, que no las deja llegar al suelo y se encamina al montón de cartones donde cada noche hace su cama. Acomoda una manta sobre ellos y se tumba, tapándose con otra. El perro la sigue y se hace un ovillo entre sus piernas. Pronto sus ronquidos atruenan en el pasadijo.
A medianoche un estrépito procedente del exterior rompe la calma. Risas, empujones y bromas inundan el espacio. Tres jóvenes se hacen presente y, aunque no hay excesiva luz, se diría que son los mismos de la noche anterior. Siga la bulla y uno de ellos quiere despertar a la mujer, pero su ación es frenada por el brazo de uno de sus amigos. Piensa que podría ser tu madre, le dice, entre risas. El perrillo, venteando el peligro, se acurruca más profundamente entre la mujer, que sigue roncando ajena a todo. Uno de los chicos ve la silla coja y la estrella contra el suelo, rompiéndola en pedazos que se dispersan cada uno por su lado.
Las risas se van perdiendo en el tunel, hasta que finalmente desaparecen por el otro extremo. La mujer sigue roncando hasta que un ronquido más fuerte, la despierta sobresaltada. Se incorpora sobre su cama, se despereza lentamente y se incorpora con dificultad, todo el cuerpo anquilosado. Aparta el perrillo y se termina de levantar. Se frota los ojos para ver mejor entre la cortina de sus cataratas y ve que la silla está destrozada.
Recoje uno a uno los trozos de madera y sale con ellos al descampado. Un velo de bruma cubre el suelo.Pone las astillas en un montón, se mete la mano entre la ropa del pecho y saca unas hojas de periódico que la habían protegido del relente d ela noche. Hace una pelota con ellas, prende fuego y una hoguera, que va tomando fuerza poco a poco. Rebusca en el carro y saca un cazo de hojalata todo abollado, lo llena de agua y lo asiente sobre el fuego con ánimo de preparse un café. No todos los días tiene la suerte de disponer de un fuego tan rico como este piensa la mujer, frotándose las manos que van tomando calor.

1 comentario:

relatosweb dijo...

Positivismo dentro de la mendicidad. En mi ciudad hay una mujer de ese pelo 'carmen la cartones'. la leyenda dice que tiene mucho dinero y que se volvió tarada y por eso actúa así

y lo de siempre....gracias por el post- unaalegría saber que alguien lo lee