domingo, marzo 07, 2010

BESARIA POR DONDE PISAS


Desde hace unos meses, esa extraña pareja se ha convertido en un elemento más en la decoración del pueblo veraniego. Todas las tardes recorren lentamente el paseo, deteniéndose cada pocos pasos en uno de los bancos de piedra que lo jalonan. Ella es muy menuda y de edad indefinida, una de esas mujeres que podrían tener cincuenta o setenta años según el rigor con el que se las mire, vestida con ropa vaporosa para ocultar sus formas, siempre con un chal sobre los hombros y escondida tras unas enormes gafas negras y que,cuando se sientan, vuelve el rostro buscando el sol como si quisiera empaparse de él. Su acompañante es mucho más joven, su cara no necesita artificios para proclamar una juventud insultante y sus rasgos se borran tras una sonrisa inmensa de vencedor.
Ella, Ofelia, a pesar de que los dolores apenas dejan que pueda caminar, intenta hacerlo lo más derecha posible, cargando con disimulo todo el peso de su cuerpo enjuto sobre el brazo de su novio. Fabio es casi cuarenta años más joven que ella y su sonrisa de lobo hambriento parece que quisiera comerse todo aquello que abarca su vista. Ofelia se queja de que no hace más que mirar a otras a lo largo del paseo, pero él jura y perjura que, desde que la conoció a ella, no existe otra mujer en su vida. Desde que se conocieron hace tres años a la salida del " bingo " de Princesa, no ha vivido más que para ella, dice él con voz dolorida.
Los dos recorren lentamente el paseo que bordea la playa y para quienes ignoran de quienes se tratan , podrían tratarse de una mujer que lucha por no reconocer su edad y un hijo que la acompaña solícito, atento a todos los deseos de ella. Pero para aquellos que los conocen, no son más que una vieja loca podrida de dinero y el macarrilla que intenta quedarse con su herencia, o al menos es lo que cuchichean el corro de mujeres que despellejan a todos los que pasan por delante del jardín del casino.
Tarde tras tarde hacen el mismo recorrido, aunque las paradas son cada vez más frecuentes y Ofelia apenas puede disimular su cansancio. Pero siempre las mismas recriminaciones de ella, van seguidas de las protestas de amor de él. " Besaría por donde pisas, seguiría tus pasos hasta el infinito ", repite Fabio ante las quejas de infelidad que desgrana ella como si fueran una letanía.
Un día la pareja no aparece en el paseo y al principio apenas nadie se fija en su ausencia. Pero al prolongarse esta, crecen las conjeturas entre los demás paseantes y se hacen mil cábalas sobre el motivo de su desaparición. Finalmente prevalece la más lógica, Ofelia ha muerto y su pareja se ha volatilizado. En pocos días el interés de los demás por ellos tambien ha desaparecido porque nuevos focos de interés han hecho su aparición en el paseo.
Una tarde llega al corro del casino la mujer del pasante de la notaria como una tromba y después de reclamar con exigencia una limonada al camarero, dice que tiene que contar una noticia que va a dejarlas a todas con la boca de una cuarta. ientras le preparaba el café a su su marido después de la comida, esté comento divertido que esa mañana se había abierto el testamento de la loca del chal en la notaría y que esperaba que no contase nada a sus amigas, porque debería recordar que todo lo que pasa entre las cuatro paredes de la notaría debe mantenerse en secreto. Ella juró que sí, que se callría como una tumba, pero que le contase lo sucedido o le iba a dar un soponcio con los nervios.
Su marido contó escuetamente la situación por no ser hombre de muchas palabras. Para la lectura habían congregado a los herederos y estaban presente unos primos lejanos de Ofeliaque se sentaron juntos como una piña de urracas delante de la mesa del notario mientras, en el otro extremo de la sala, separado del resto como un apestado, se acomodó el lindo galán. Lo más sorprendente fué la presencia de un par de monjas que llegaron tarde y entraron aturdidas en el despacho, haciendo inclinaciones y pidiendo perdón por su retraso.
Se abrió el testamento y el notario fué desgranando lentamente las mandas que había dejado Ofelia. El grueso de la herencia lo dejaba a un colegio de huerfanas regido por las monjitas, mientras a los primos dejaba unas mandas bastante escuálidas y, en cuanto a su amado, que siempre dijo que " besaría por donde piso y seguiría mis pasos hasta el infinito " le legaba su colección de zapatillas de seda y las alfombras persas de su dormitorio.

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