domingo, noviembre 29, 2009

LA TIA MARIA


La Tia María vive en la parte alta del pueblo, allá por el barrio que la gente llama " La Social ", un par de calles donde el ayuntamiento da una casita a quien no tiene donde caerse muerto. A la Tía María, en el barrio asi todos la llaman la Renegá porque es una personahonrada y tiene buen trato con los payos del pueblo. Por eso cuando pasa empujando su carrito, todas las gitanas viejas escupen su veneno de lado y dejan caer las persianas que tapan las puertas de sus casas para demostrarle su desprecio.
La Tía María es una gitana vieja de cuerpo muy menudo y con la cara morena surcada de más arrugas que higos da una higuera, el pelo blanquinegro muy tirante y con brillo de aceite rematado en un moño apretado como el puño de un prestamista. Vestida muy pulcramente, como ella dice lo únicvo que le queda a una vieja es ser limpia, lleva siempre un delantal blanco con puntillas sobre la ropa y camina arrastrando unas viejas alpargatas. Sale de casa todos los días a primera hora de la mañana empujando un viejo carricoche de bebé desvencijado que utiliza para hacer los portes y los mandados de las casas por donde pasa. Aquí les lleva una barra de pan, aquí una caja con uvas y así se gana la vida, con cuatro perras que le dan y recogiendo todo lo que los demás no quieren. A nada dice que no, tanto sea una chaqueta de lana remendada en los codos que le ha dado la Luisa, como un puchero con garbanzos que sobró de la comida de ayer en casa del Fermín.
La tía María ha tenido mala suerte en la vida, dicen las payas. Tuvo la desgracia de enamorarse como una loca del Xarelo, un gitano bien plantado que venía de una familia de esquiladores gallegos y que un día cayó por el pueblo junto con dos hijas pequeñas. Pero desde que se juntaron nunca más volvió a trabajar en otra cosa que levantar el porrón y le tocó a la María multiplicarse haciendo faenas en las viñas y en casas de las vecinas para sacar unos cuartos que el marido se gastaba rapidamente en las tascas del lugar. Muchas broncas, muchos palos tuvo que aguantar la tía María ahsta que un dia la buena fortuna hizo que reventase el hígado de su marido.
Aún no lo habían enterrado, aparecieron las hijas del Xarelo por la casa a pedir el dinero que sabían estaba guardado tras la higuera del patio. Tras más palos que voces, salieron las dos tarascas dejando a la tía María apaleada y sin el poco dinero que había logrado ahorrar. Eso y el veneno que las dos hijastras soltaron entre los demás vecinos, fue toda la herencia que le quedó a la Renegá.
El pasado domingo salió por el camino de la ermita empujando su carrito en busca de hierbas para el conejo que está criando para las Navidades. Al pasar por la huerta del tío Coque le pidió permiso para recoger unas olivas para aliñar. Con afán fue llenando un cestillo que colocó en el carricoche. Cuando volvía tan contenta para la casa le dieron el alto los civiles que andaban de ronda. Qué que llevaba ahí tan escondido, que a quién había robado las olivas, preguntó el cabo poniendo voz de trueno. Ahí está el tio Cosme a la vuelta y él puede dar razón de todo. Que no se subleve y no responda a la autoridad, expetó el cabo. La pobre tía María pidió perdón, puso carita de buena y siguió para casa con la sonrisa en la boca y la hiel en el corazón.

1 comentario:

Tony dijo...

La cruda realidad de mucha gente.....Muy buen escrito.
Eres genial!