domingo, febrero 22, 2009

A mi siempre me lo han contado así



I. PRIMERA PARTE.
En el barrio de San Andrés, en el Valladolid de los primeros años del franquismo.
Todo el mundo sabía por el barrio que el Jorge era un picha brava y que con su labia no había chica que se le resistiese. Allá a finales de los años cuarenta tener un negocio como el suyo daba lo necesario para vivir como un señor y atender bien a la parienta y a los hijos de la legítima. Y hasta le sobraba para lucir como un pincel cuando echaba el cierre a la carbonería y se arreglaba para hacer la ronda por los bares de la zona. Pequeño y bien plantado, el pelo crespo y engominado, siempre sonriendo de sesgado para que se notasen las muelas de oro, procuraba agitar la mano distra al hablar para que brillase el sortijón con un rubí que había conseguido a cuenta del pago de unos sacos de carbón que había servido a la Goya para que esta pudiese mantener la casa bien caliente porque, dado sus menesteres, los hombres que la frecuentaban no solían andar muy vestidos.
Se decía de él que, además de los dos hijos oficiales, tenía otros dos o tres a los que no había reconocido. A pesar de saberlo todo el barrio eso no era inconveniente para que siguiese intentando camelar a alguna ingenua. Como pasó con la Lourditas, una cría que pasaba todas las tardes ante la carbonería camino de la costura y a la cual los requiebros y las sonrisas de Jorge hicieron que cayese en sus redes.
Cuando a la señora Custodia le llegaron las habladurías de que su hija se entendía con el carbonero, ya era tarde. La acorraló en la cocina a la vuelta de la costura y entre voces y amenazas oyó de boca de su hija lo que más temía. A su Lourditas la había perdido ese hijo de puta. Y sin solución porque estaba casado.
Fué como si una tormenta hubiese descargado sus rayos sobre la familia y pronto no se pudo ocultar lo que crecía día a día en la tripa de la hija. Abortar, ni pensarlo. Y al hospicio, eso ni pensarlo, lo que viniese sería bien acogido y a nadie le importaba si estaba soltera o no. Pero la vida no fué fácil para nadie, había mucha hambre y mucha bilis que tragar ante las habladurías de las vecinas que soltaban el veneno que salía de sus pechos bien regados por el agua bendita que tomaban a la salida del rosario en San Andrés.
En un mal momento, allá hacia finales de invierno, la Lourditas se encaminó hasta el cercano paso a nivel del tren de Las Delicias. Era una tarde oscura, de esas que la niebla que sube del Pisuerga vuelve todo más irreal. Avanzó a trompicones, bamboleándose por el peso de la tripa que la agobiaba con idea de terminar cuanto antes. Recorrió un tramo a lo largo de la vía esperando que se acercase un tren. Pero tuvo miedo. O tal vez fué un rasgo de valor y deshizo el camino andado de vuelta a casa. Poco después el hijo fué resgistrado con los apellidos de la madre, sin hacer caso a los consejos del párroco que fuese insctrito como Expósito o de entregarlo a alguna familia con posibles. Y así comenzaron las andanzas de Angel por este jodido mundo.
La señora Custodia se convirtió en la guardia permanente de su hija, vigilándola a sol y sombra y la Lourditas cargaba con su hijo al regazo cuando iba a vender el pan al estraperlo o a recoger la fruta aspachurrada que tiraban los fruteros al recoger los puestos al mediodía. Y como la chica andaba loquita todavía por el carbonero se decidó que había que sacarla de en medio para evitar otra desgracia.
Tragándose toda la rabia que la ahogaba, la abuela pidió ayuda a la doña Paca tal vez la más venenosa de las vecinas, gorda como una lechona cebada y soberbia como un pavo real pues por algo era la mujer de un brigada de Intendencia, de los de " cuchara " pero con mando y galones.
Gracias a ella buscaron acomodo a la Lourditas en Madrid en una casa de mucho abolengo y de este modo se matraban dos pájaros de un tiro. Un poco de dinero para salir adelante y se alejaba a esta del gavilán que seguía rondándola. La niña con uniforme, cofia blanca y delantal con puntillas hasta parecía una señorita en las fotos hechas delante del chalé de El Viso junto al " haiga " de los señores y que mandaba a casa de vez en cuando para que la señora Custodia se encargase de airearlas ante las vecinas para que se tragasen las habladurias de que la Lourditas se había metido a puta en la capital.
Mientras Angel fue creciendo a trompicones bajo la férrea mano de la abuela y la otra más blanda de su tio Fermín, que más que abuela y tío fueron los verdaderos padres a lo largo de los primeros años de vida del crío pues Lourditas aparecía de Pascuas a Ramos cargada de paquetes de comida y se volvía a servir a la capital.
Corrían malos tiempos, el dinero era escaso y el hambre mucha por lo que toda ayuda que entrase era buena. Por eso el día que Fermín vino a casa diciendo que un compañero de la contrata de la estación buscaba quién le lavase las mudas, la señora Custodia pensó que alguna perra podía sacar de ello. Y cuando poco después Fermín volvio a la carga diciendo que ese compañero era un pobre hombre que dormía en los portales y que se podía echarle un colchón en la cocina, su madre le dijo que lo trajese a casa, que algo de ayuda sería.
Lourdes vino para la primera comunión de Angel y de algún modo se fijó en el realquilado que había en casa porque a partir de entonces menudearon sus visitas hasta que un día le dijo a la madre que Juan y ella se iban a casar. Como nada tenían, nada se iba a perder, así que un día de verano después de la boda en San Andrés se fueron esa tarde luna de miel en una bicicleta que les prestó un vecino.
La primera bronca se montó cuando Juan pretendió reconocer a Angel como hijo y darle sus apellidos, lo que chocó frontalmente con la oposición del resto de la familia. Nunca habían sentido verguenza de que Angel fuese hijo de soltera y no iban a cambiar ahora.
Pronto Lourdes quedó preñada y en la casa ya no se revolvían, así que ella y Juan emigraron a una casa del centro donde les ofrecieron una covacha donde meterse a cambio de atender la portería de la vivienda. Pronto vino el primer hijo y muy rápido el segundo, el hermano pequeño. Tan rápido que Lourdes notó que rompía aguas mientras fregaba las escaleras del portal y casi no le dió tiempo a llegar a su cama para parir.
Mientras Angel seguía creciendo y la abuela, enterada de que necesitaban monaguillos en la parroquia y eso representaba dinero, lo sacó de la escuela y el crió comenzó sus andanzas por la iglesia. Entre las propinas de las bodas o los bautizos y el dinero que sacaban de los " cepillos ", venía todas las semanas con unas perras a casa. Y bebía el vino de las vinajeras o junto con los otros monaguillos, se remangaban los hábitos encima de la rejilla de la calefacción y hacían concursos a ver quien se corría primero.
Pasaron los años y Angel fué creciendo en el barrio viendo de vez en cuando a su padre cuando pasaba por delante de su casa, pero este siempre procuraba cruzar rápido y de tapadillo porque la señora Custodia, si lo veía, se asomaba a la acera para llamarle hijoputa. Nunca cruzó una palabra con su padre hasta que este, cuando Angel ya se había independizado, se presentó un día a la salida de la fábrica apra darse a conocer, pero la cosa no pasó de ahí. Angel nunca llegó a conocer a sus hermanos por parte de padre, mientras que con sus dos verdaderos hermanos, " el pobre Suso " y " el pequeño " mantuvo una verdadera relación fraternal.

II. SEGUNDA PARTE.
Un camping de turisteo en Oropesa del Mar, una noche de agosto del 2006.
" El pequeño " está instalado con la familia en un camping para pasar las vacaciones de verano. Calor, mosquitos, tinto de verano y cañas de cerveza muy frías. Paella, calamares fritos y gambas al ajillo. Partidas a las cartas y tertulias por las noches en corrillos a las puertas de las tiendas de acampada.
El cuñado de " el pequeño " que habla hasta con los cortavientos, mete en la ronda de conversación a unos vecinos de una tienda próxima, esos que " son tan majos y viven en Madrid ". Llega la tanda de preguntas. Pues mira por donde el vecino madrileño, en realidad ha nacido en Valladolid. Y para mayor casualidad por el barrio de San Andrés y que tiene una hermana. Y que su padre había tenido una carbonería. Se llamaba Jorge. Que casualidad, el mundo es un pañuelo, mira que ser todos del mismo barrio...
Y no habrías conocido a mi padre, preguntó el madrileño. El " pequeño " tragándose la risa dijo que no.
A la mañana siguiente el " pequeño " llama a Angel y se lo cuenta. Que si quiere conocer a sus hermanos por parte de padre. Y Angel, que malditas las ganas que tiene de ello, responde que no, no sea que tengan deudas y pidan ayuda....

III. TERCERA PARTE.
Aspe, finales de febrero de 2008. En casa.
Si alguien se ha armado un lio de nombres, lo siento pero en realidad esta historieta es para consumo interno de los implicados, verdad " pequeño "?. Pues eso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermanos
La tarde era fría y negra como boca de lobo en el pueblo. Los mellizos, que hacía unos meses habían tomado la comunión, y el más pequeño, un mocoso que apenas levantaba cuatro palmos del suelo, ayudaban como podían a cargar un camión sucio y desvencijado con las pocas pertenencias que la familia poseía. No entendían nada porque nadie había siquiera pensado en explicárselo. Sólo les dijeron que se iban muy lejos, a donde estaba esperando padre. Aquella última noche, los tres durmieron juntos, abrazados. Uno de ellos se meó, pero nadie se quejó ni dijo nada. Tanto era el miedo, tanto el desasosiego. Al amanecer, la lluvia no había cesado. Partieron en el coche del hermano de la madre, el único del que disponía la familia. Los ojos de los críos, como platos de barro negro contra las ventanillas empañadas por el frío.
En los primeros kilómetros, con las primeras curvas, la sotana que llevaba el conductor no puso freno a sus blasfemias: mi hermano vomitó toda la leche en polvo recién tomada sobre la tapicería nueva del Renault 8.

cal_2 dijo...

Dios ¡¡ como me ha gustado tu comentario, anonimo. Y como envidio no saber escribir tan bien como tu. Gracias

Anónimo dijo...

QUE BONITO RELATO COMO ME HUBIERA GUSTADO SALUDAR Y CONOCER A TODOS LOS PERSONAJES LOURDITAS SEÑORA CUSTODIA FERMIN Y SOBRETODO AL HUERFANITO ANGEL

pequeño dijo...

Haber si no nos cambias tanto el formato de tu blog que nos vas a vovel locos

cal_2 dijo...

1. Gracias a pequeño porque añadio detalles que, aunque parezca mentira, desconocía.
2. Anónimo al huerfanito Angel todavia se le puede conocer....para mi suerte llevo 36 años a su lado. Y tambien puedes conocer al pequeño-pequeño, que es una copia en pequeño ( y valga la redundancia ) del mayor