martes, febrero 05, 2008

Nuevas tecnologias, viejas experiencias




Pedro ha tenido un día infernal. Esta mañana aterrizó en el curro su jefa con una jeta de cabreo infernal y les ha hecho el trabajo imposible. Todo ha ido manga por hombro y han tenido que oirla bramar todo el día. A la hora del café comentaba su secretaria que se le debía de haber atravesado una polla, porque desde este fin de semana no hay quién la soporte. Menos mal que todo se acaba, hasta lo malo y por fín llegan las siete de la tarde. Pedro baja al aparcamiento, se deja caer en el asiento de su viejo Ford y respira hondo un par de minutos antes de concectar el motor. El tráfico, como es habitual, está del mismo talante que su jefa, así que se lo toma con calma y espera que en una hora pueda soltar los zapatos y ponerse el pijama y las zapatillas.
Llega a casa, se da una larga ducha para relajarse, se pone el albornoz blanco y con una copa de vino blanco muy frío y unas patatas fritas se sienta ante el ordenador. De pronto oye un ronroneo y siente que su gata, " la Lola ", un animalito de pelo negro con un antojo blanco en la tripa que se encontró un día hecha un ovillo cuando bajó a tirar la basura, acaba de despertarse y se despereza buscando su diaria ración de caricias. Se agacha y acaricia su tripa y la rasca entre las tetillas, que es lo que más placer le produce. Menos mal que estos días está tranquila y se ha aplacado un poco el celo, porque no había quien soportase sus maullidos lastimeros. Se vuelve de nuevo hacia el monitor, a ver si hoy encuentra algo interesante, aunque se imagina que será el mismo aburrimiento de todas las noches, una más entre el montón de noches aburridas delante de la pantalla del ordenador.
Mira la portada de " El País ". Joder otra vez los peperos a vueltas con los inmigrantes. Se ve que nadie recuerda cuando su padre lamía las botas en Alemania o barría portales en París. Mira su correo lleno de propaganda y de las chorradas que mandan los conocidos. Entra en páginas porno, se anima un poco, pero solo un poco y está a punto de apagar el ordenador e irse a dormitar en el sofá con la tele delante, pero decide entrar en un chat por si saltase la liebre.
Pincha en el canal, saluda a todos y recibe la misma respuesta de siempre, vamos que nadie le contesta. Durante unos minutos curiosea las pocas frases que se escriben en el chat, vuelve a picar en las páginas porno cuando de pronto se enciende un recuadro naranja. Un tal " Circular " le pide conversación.
Lo típico. Hola, que tal, de donde eres, que buscas, etc. Un aburrimiento. De pronto se esboza un rudimento de conversación entre personas normales y se siente interesado. Intenta responder del mismo modo, lo más brillante que puede, la charla se va animando, por una vez lleva media hora escribiendo y no ha salido la palabra follar o algo similar. Siente un enorme interés por saber más de él, de conocerse. Tienen aficiones parecidas, ambos son locos por la ópera, bromean, uno y otro parecen sentirse en la misma onda. Una pasada, piensa Pedro y nota que le duelen los músculos de la cara de mantener una sonrisa inadvertida.
Mira el reloj, ve que es muy tarde y le cuesta empezar a despedirse. Al otro le pasa lo mismo. " Circular " se llama Andrés y vive lejos, en Madrid, pero hoy día con el internet todos pueden estar en la casa del al lado....o en las Antártidas, dependiendo de como vaya la relación. Pedro pregunta si mañana podrán seguir charlando y Andrés le comenta que es probable, pero que no tiene hora concreta de conexión. Por fin apaga la pantalla, se mete en la cama y no para de darle vueltas a la conversación. Vueltas y más vueltas en la cama y al final, ya muy tarde, cae en un sueño ligero y lleno de sobresaltos. Suena el despertador, salta de la cama como una centella y enciende de nuevo el ordenador, buscando algún mensaje en su correo. Nada, no hay nada. Le manda un saludo de buenos días a Andrés, se ducha, toma un café tibio y vuelve al ordenador por si hubiese aparecido algo. Nada, no hay nada.
Camino del trabajo va repasando toda la charla de anoche y se da cuenta que no ha habido nada excepcional pero, no sabe bien por qué, se siente enormemente interesado por el otro. Pasa el día mucho más lento de la habitual, menos mal que la jefa está más tranquila, se ve ha " mojado " y a cada minuto que pasa se fija en el reloj de la pared esperando que llegue la hora de la salida. Baja lo más rápido posible para ser el primero en salir del aparcamiento y, ya entre todo el tráfico, quisiera tener una máquina quitanieves para barrer todos los coches y llegar a casa cuanto antes.
El ascensor está parado en algún piso alto y oye la cháchara de alguna vecina que mantiene la puerta abierta. Sube las escaleras de dos en dos, tira la cartera sobre una butaca y se acerca al ordenador para ver si hay un mensaje de " Circular " esperándolo. Nada, ¡¡ mierda ¡¡. Se ducha a la carrera y apenas sin secarse se sienta de nuevo ante el monitor. No aparece y eso que anoche le dijo que entraba con frecuencia.
Va a la cocina, se prepara un bocata y vuelve rápido. No quiere perder tiempo en prepararse la cena, no se que no vea aparecer a " Circular ". Nada. Sigue sin conectarse. Cabecea delante del monitor esperando que se encienda la luz naranja. Sigue sin venir. Se muere de sueño, pero no quiere irse a la cama. Se arrebuja en un sofá, se cubre con una manta y deja el monitor encendido, con el volumen muy alto, por si aparece Andrés. Se despierta dos o tres veces a lo largo de la noche, mira hacia la pantalla pero no hay nada nuevo.
Suena el despertador. Se ducha rápido y se viste. Vuelve ante el ordenador y ve una mensaje en su correo. Que lo siente, que ha tenido muchhísimo trabajo y que no tenía ni fuerzas para conectarse. Le cuesta arrancar, pero va a llegar tarde al trabajo, como se entretenga más.
De camino se le ocurre que tiene que comprarse un portatil, asi puede conectarse de vez en cuando desde el trabajo. A la hora del café de dice a la jefa que esta jodido, que le molesta mucho la tripa y que quiere ir al médico.
Que se tome una manzanilla de camino, le grita la jefa cuando abandona su despacho a la carrera. Una vez en la calle, corre más que camina, en busca de una tienda de informática. Se compra el portatil que le ofrecen, sin mirar más, él que siempre rebusca hasta el aburrimiento antes de decidirse por algo.
Piensa que debe de estar medio loco, como es posible que esté tan obsesionado por alguien que no ha visto, que si se lo cruza ahora mismo en la calle no podría reconocerlo. Pero no puere parar de pensar en él, en el momento de reanudar la conversación de la otra noche, de buscar nuevas charlas en nuevas noches.
De vuelta al trabajo pone cara de compungido cuando se encuentra con la jefa, le dice que el médico le ordenó dieta y reposo. " Anda, anda, que eres un blando ", suelta ella. " Vete a casa, pero mañana las ocho aquí, como un clavo ".
Le cuesta disimular la sonrisa de triunfo cuando sale y hace todo el camino de vuelta a casa pensando en poner el portatil en marcha. Así podrá estar concectado las 24 horas del día, vaya donde vaya.
Esa tarde ni se ducha. Prepara un plato con queso y saca el vino de la nevera. Instala el portatil al lado de su ordenador y, como un niño con un scalestrix en navidad disfruta con su nuevo juguete. Rasca un instante a la gata, sin hacer caso de sus exigencias y se conecta...Nada, no hay mensaje alguno en el correo. Entra en el chat, vuelve a salir, pero " Circular " no aparece. Pregunta por él con la vana esperanza de que alguien le conteste, pero no es así, todo el mundo está a lo suyo.
Se va a la cama con el portatil en brazos, como un bebé y lo pone en la mesilla, a su lado, maldiciendo no haberle pedido el correo la ncohe que estuvieron hablando. " La Lola " se ovilla a sus piés y de vez en cuando levanta su mirada cómplice, como si se apiadase de él. No sabe como localizar a Andrés y siente que esa obsesión lo está dominando, que puede con él. Ya no tiene más pensamiento a lo largo del día que reanudar el contacto con él, no sabe muy bien con que fín, solo sabe que necesita hablar con él de nuevo.
Pasan unos días y en el trabajo los compañeros comienzan a quejarse, con Pedro ya no hay quién pueda contar, su trabajo lo deja a un lado y se pasa todo el día colgado del portatil. Hasta la jefa se entera, siempre hay uno que se encarga de informar a la jefa y esta toma cartas en el asunto. Que se coja unos días de vacaciones o que vaya pensando en cambiarse de empresa. Sí, será mejor que se quede una semana en casa y después ya hablarán.
Contento ante los días de tranquilidad que tiene por delante hace una parada camino de casa y se aprovisiona de comida, cervezas y de vino blanco, así no tendrá que perder tiempo en hacer compras. Llega a casa, meté el llavín y empuja la puerta con el hombro, para que no se le caigan las botellas. Oye de nuevo el maullar lastimero de " La lola " y tiene la intución de que no va a tener tanta calma como quisiera.
Organiza todo como cada noche, da de comer a la gata, cambia la leche por otra fresca y mete un plato de pasta a calentar en el microondas. De pronto suena el ordenador, una llamada.....va corriendo, tira la taza de la gata al pasar, suelta una maldición.....pero es él....Andrés está llamándolo.
Se le agolpan las ideas, no sabe que preguntar primero. Sí lo primero es intentar mantener un contacto estable. Le pide su dirección de correo, tal vez su móvil si no le parece muy descarado. Al contrario, él también quiere lo mismo. Joder, que bien.
¡¡¡ Mierda ¡¡¡. ¿ Que pasa ?. Se ha ido la luz. Va a tientas a la cocina, rebusca los cajones en busca de la lintera. Y la vela que suele tener en el cajón de los cubiertos, ¿ donde estará ?. Aparta a la gata que se enrosca entre sus piés a punto de hacerlo caer, abre la tapa de la caja de los fusibles y la ilumina con el movil....No pasa nada, está todo en orden. Se asoma a la ventana y ve la calle totalmente a oscuras. Sale al descansillo y sus vecinos de enfrente han salido también preguntándose que pasa. Nadie sabe que ha sucedido.
Así transcurre la que tal vez haya sido la noche más miserable de su vida, sin luz, envuelto en el edredón para intentar que el frío no lo deje entumecido. " La Lola " se tiende dentro también y se dan calor uno al otro. Cada poco intenta encender la luz, pero nada, sigue a oscuras.
Por fín se filtra la luz entre las varillas de la persiana. Se desuntemece. Se lava la cara con agua fría y baja al portal, las escaleras de tres en tres. El ascensor tampoco funciona. Entra en el bar pero le dicen que solo pueden ofrecerle bebidas del tiempo. No hay luz ni teléfono en todo el barrio y, lo peor, han oido por la radio que esto será cuestión de días. Se ha quemado una subestación de Iberduero, no sé que coño dicen transformador y ni idea de cuando se restablecerá el servicio, como dicen en la tele.
Sube las escaleras con aire de derrota. Se le hacen interminable los tres pisos. Sesenta escalones. Y al abrir, "La Lola " que se desespera. Se le ha agotado la abteria del movil y no puede llamar a la veterinaria para pedirle el nombre de esas pastillas para el celo. Cree que la va a estrangular....Bueno, hay que senerarse. Al menos tiene latas y bebida en la despensa. Menos mal que la cocina va a gas y podrá cocinar las reservas de la nevera, antes de que se estropeen. Así, haciendo cosas, podrá dejar a Andrés en la trastienda de la memoria....veremos si puede.
Deja la cena a medias con lo que " La Lola " se da un festín. Se mete en la cama con ella y una botella de " JB ". Al menos no pasará frío y seguro que dormirá sin problemas. No puede leer nada, la linterna apenas tiene pilas y quiere que le dure por si acaso, durante la noche. Duerme sobresaltado, se levanta cada poco a ver si ha vuelto la luz, pero todo sigue igual. Igual de mal, claro.
Dos días, tres días. Todo sigue igual. Tiene la cocina revuelta, sucia, el cubo de la basura rebosando de latas. No se ha duchado, hace demasiado frío. Y la gata no calla. Cada momento que pausa maulla más desesperadamente, se frota la tripa contra el suelo, como si quisiera que las baldosas entrasen en ella y apagar su fuego.
Se dirige al estudio. Lentamente, como si fuese un rito, desencufa todas las conexiones del ordenador. Y se dirige con el monitor al balcón. Lo abre. Entre el sol frío de enero y con mucha suavidad se asoma, mira que no haya nadie en la calle y deja caer el monitor. Vuelve, repite la misma operacion con la torre, despues la impresora y, por último tira el portatil.
Se asoma. Ve el montón de chatarra esparcido por el asfalto. Un abuelo mira todo con perplejidad. Mete a la gata en su cesta de viaje. Se pone el chaquetón. CIerra la puerta sin mirar atrás. Y se van.

Nota: esto ha sido un total pirateo. La idea me la ha proporcionado un amigo y, por mi cuenta, sin avisar, me he apropiado del nombre y de la imagen de la gata de otro amigo. Perdón y gracias de todos modos

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