sábado, octubre 15, 2005

La calle Nogal


La calle Nogal tal como yo la he conocido cuando llegué a Valladolid a principio de los 70, era una calle estrecha y sin nada especial con edificios altos y feos a los lados, poco más que una vía de paso entre la calle Labradores y la calle Panaderos, muy cerca de las tapias de la estación de ferrocarril. Pero le he oido tantas y tantas veces a Alfonso hablar de ella, que me la imagino como era unos veinte años antes. Casas bajas, molineras, con patios oscuros y poca luz en su interior por lo que la vida se volcaba hacía fuera, en viviendas sin llaves ni puertas cerradas donde todo se podía compartir.
Allí se juntaban todas las vidas, todas las historias. Desde el zapatero remendón católico de misa diaria, cuyo hijo iba para santito, hasta " la Gala " mujer de vida alegre, con cuyo cuerpo sacaba adelante a todos sus hijos y con los cuales jugábamos mientras su madre oficiaba en la alcoba con los clientes, a los que espiábamos tras la ventana. La familia de los protestantes, los gitanos que sobrevivian no se sabe muy bien con qué, los transportitas ricos que no necesitaban comprar al fiado, la familia del policía nacional y así hasta una veintena escasa de portales. Y los comunistas o la familia del frutero, el señor Queribulgo, que aparecía al atardecer pedaleando lentamente llevando con su bicicleta el remolque con la verdura sin vender.
Cada mañana, despues de recoger la casa y dejar el puchero del cocido cociendo en el fogón, la señora Clemen se sentaba en una silla de enea, tras la reja de la ventana que daba a la calle, mientras vigilaba al trasto de su nieto que jugaba con los otros crios. Con la boca llena de horquillas, se hacía el moño con una peina y todos los que pasaban por la calle, de ida o de vuelta al tajo, de descargar carbón en la estación la saludaban y para todos tenía una palabra de afecto.....bueno, para todos no. Cuando veía asomar por la ventana al carbonero comenzaba a insultarlo: " Cabrón, hijo de puta, que me has desgraciado a la hija..." Eran años duros, de jornales escasos y comida más escasa todavía. Se iba a comprar al fiado donde la señora Eustoquia y, cuando llegaban los jornales a casa, se pagaba todo lo atrasado. Peleas con el marido para que no se gastase el jornal en vino... Y ese nieto que los demás llamaban " Carbonilla ", un diablillo al que enderezar porque su madre está sirviendo en una casa en Madrid y de su padre, mejor ni hablar.... Cocido con mucho garbanzo y poca carne todos los días de la semana y paella los domingos. Y desde octubre se cebaban dos pollos en el patio para comer en Navidad, o se iba comprando poco a poco el cascajo y las botellas de coñac y de anis.
La casa tenía un patio trasero donde estaba el excusado que era común a todas las viviendas y que se atascaba con mucha frecuencia, sobre todo en días de lluvia. Una de esas veces, cuando ya todo el patio estaba lleno de la mierda que rebosaba del sumidero, el señor Queribulgo se puso a desatarcarlo con ayuda de una barra de hierro. Era tanto su esfuerzo, que se le cayó el ojo de cristal en la mierda y, sin pensarlo dos veces, metió la mano en ella, rescató el ojo y se lo pusó de nuevo en su sitio..... pues si que estaban las cosas como para andarlo comprando uno nuevo.

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